Palabras de María Luisa de Luján Campos

Palabras de María Luisa de Luján Campos en la contratapa de Larga orilla del recuerdo, 2007.

Intensidad, suspenso, misterio de la existencia que se concreta en la cotidiana envoltura del vivir, todo hace que la novela Larga orilla del recuerdo muestre a Emil García Cabot como escritor agudo y sensible, capaz de desentrañar los pliegues –por momentos luminosos de sincronicidades, otros sombríos e inquietantes de desencuentros- del laberinto que es el alma humana.

La anécdota narrada, aparentemente simple y lineal, nos hace transitar, en cambio, por caminos tortuosos con quiebres constantes de tiempos y espacios, aun cuando la fábula se cifre en un tema que el hombre padece y goza siempre: los difíciles juegos amorosos que en este caso, con la fuerza de la rompiente marina –siempre la constante del mar en la obra de García cabot- siente Mauricio Ortegui por Alejandra Panus.

La singular narración de esta historia se sustenta sobre una excelente prosa, en la intriga, el gran misterio, las borrosas incertidumbres y el coraje para afrontar la última verdad  insobornable comprometen al lector y lo introducen en una particular aventura: llegar a ser uno mismo a través del descubrimiento del tú.

Las focalizaciones diversas, la predilección por las ideas encantadas, los indicios concretados en  continuos cambios de tipografía y una brillante capacidad de introspección testimonian que Emil García Cabot es un avezado escritor, capaz de lograr que ese viaje por los difíciles abismos a los que hay que entregarse para hallar las insoslayables “coordenadas” de la existencia plena, se transforme en un apasionante hecho de lectura que debemos aprovechar. No en vano el poeta Rainer María Rilke expresó: “Quien acepta muchos absurdos en su vida y agradecido los introduce en una imagen de sentido, ése expulsa del palacio a los demagogos. Y en efecto, de eso trata esta novela.

 

María Luisa de Luján Campos